La singularidad de Gorrondona comienza en su viñedo. Son algo más de 14 hectáreas que se asientan sobre una gran variedad suelos, orientaciones e influencia de la brisa marina. Conscientes del potencial que podían tener estos matices en un espacio geográfico tan reducido, el equipo de Gorrondona decidió caracterizar la flora microbiológica de cada parcela para poder llevar a su máxima esencia el concepto de terroir.
Aunque la Honadarrabi Zuri y la Hondarrabi Beltza son las variedades que dominan en sus vinos, las parcelas están coplantadas con otras variedades como Zarratia, Izkiriota y Mune Mahatsa que ya forman parte de sus elaboraciones. También colaboran en la recuperación de material genético raro como la Berdexa Baltza y Berdexa Saria.
El viñedo en Bakio permite diversificar el paisaje. Las parcelas se abren paso entre prados y monte, integrándose en el paisaje tradicional con los linderos tradicionalmente plantados de manzanos, perales, y nogales. Además, el viñedo de Gorrondona lleva aparejada más superficie dedicada a otros usos que de viña, lo cual se alinea con esa idea de Futuro Viñador de reunir a viñadores que cultivan tanto uva como paisaje.
El manejo agronómico que se hace es meditado y preciso, atendiendo a la particularidad de cada suelo, basado en análisis regulares y con procedimientos razonados para todas las operaciones. Los suelos están permanente cubiertos de vegetación para el control de la erosión y la restitución de su fertilidad natural, y no se utilizan herbicidas ni insecticidas. De hecho, el viñedo está certificado en Producción Integrada y la conversión a producción ecológica está sobre la mesa, aunque no exenta de dificultades debido a las altas precipitaciones (que algunos años superan los 1.800 mm), la alta humedad, las temperaturas templadas, y en definitiva el fuerte impacto de las enfermedades criptogámicas tanto en la uva como en la madera.
La bodega, casi invisible dentro del caserío y con un limitado espacio, tiene la capacidad para fermentar y despachar 100.000 botellas al año. Y como manda la tradición, los vinos se degustan también en el caserío, donde los visitantes pueden además conocer el patrimonio del txakolí. En Gorrondona son pioneros de la D.O. Bizkaiko Txakolina y en aportar una nueva mirada a los vinos de la zona.
También dentro del caserío se encuentra una pequeña destilería artesanal donde elaboran tres aguardientes de orujo: blanco, de hierbas y un especial aguardiente de algas.